Cuando echamos la vista atrás
hasta marzo del 2020, se nos pone un nudo de emoción en la garganta porque el
recuerdo de lo vivido durante estos meses de pandemia aún nos sobrecoge. Aún no
hemos dejado atrás esta pandemia y no sabemos lo que vendrá a partir de ahora
pero sí de lo que hemos sido capaces en este último año.
Durante estos meses, han sido
muchos los relatos de agradecimiento y reconocimiento a los trabajadores de servicios
esenciales y hoy, vencido este 2020, queremos hacer nuestro más sentido
homenaje a nuestras compañeras y nuestros compañeros de la Unidad de Extracción
de Sangre de Cruz Roja, a los voluntarios y voluntarias que prestaron su
inestimable ayuda y como no, a todas y todos los donantes, que durante estos
difíciles meses, han acudido a donar sangre.
Cuando se decretó el Estado de
Alarma a mediados del mes de marzo, UESCRE llevaba semanas preparando protocolos
de seguridad para protegernos de lo que ya se vaticinaba que iba a ser una
pandemia. Protocolos que fueron más exigentes a medida que se veía la dimensión
de lo que estábamos viviendo y que han permitido que, hasta el día de hoy, no
haya habido ni un solo brote de contagio en nuestro Centro.
Siete días a la semana, en turnos
de mañana y tarde, hemos salido de casa, sabiendo que en esos días, nuestras
vivencias eran diferentes y excepcionales como los momentos que estábamos viviendo.
Sabemos lo esencial que es nuestro trabajo y al mismo tiempo, durante estos
meses íbamos a trabajar siendo conscientes, más si cabe, de la importancia
vital que en esos momentos suponía el acercar la donación de sangre a la
población. Muchos hospitales se vieron forzados a cerrar sus puntos de donación
y nos convertimos en la máxima esperanza para todos aquellos pacientes que
necesitaban una transfusión.
Cada mañana, cada tarde, médic@s,
enfermer@s, conductores y conductoras, administrativ@s, técnicos, celadores,
promotores, voluntari@s salieron de su casa y acudieron a las unidades móviles
con una mezcla de miedo y satisfacción por saberse imprescindibles para
preservar la salud de los pacientes que en un hospital necesitaban una
transfusión. Pacientes que parecían olvidados porque la Covid-19 lo invadía
todo pero que sin embargo, seguían ahí, necesitando la sangre que extraíamos
cada día gracias al apoyo incondicional de los donantes de sangre.
Sesenta años de experiencia permitieron
gestionar a la perfección nuestra
capacidad para conseguir donantes en el momento más difícil que hemos vivido
desde que el Dr. Juan Picazo fundó el Centro de Donación de Sangre
desinteresada de la Cruz Roja en Madrid en 1960.
Jornadas interminables,
trabajando a destajo para atender a los donantes de sangre que acudían de
manera masiva, haciendo gala de esa solidaridad que les caracteriza de manera
muy especial, y tratar de conseguir el mayor número de bolsas de sangre para
que la salud de los pacientes que la necesitan no se viera comprometida. Todo
ello, en medio de una gestión volcada en la seguridad y protección, tanto
de donantes como de trabajadores, que obligaba a ralentizar los tiempos entre donación
y donación. Aun así, la inestimable ayuda de nuestros voluntarios, la inagotable solidaridad de los donantes de sangre y el
esfuerzo de nuestros compañeros y compañeras, permitió que Cruz Roja entregara
al Centro de Transfusión el 70% de la sangre que se necesitaba cada día durante
los meses más duros de la pandemia. Más que nunca, la unión de todos los
agentes que intervienen en la hemodonación en Madrid (Centro de Transfusión, Hospitales,
y Cruz Roja, como entidad vinculada al Centro de Transfusión) consiguió
remontar las reservas y satisfacer las necesidades transfusionales.
Orgullosos de nuestra labor
esencial, con el miedo calando los huesos y la extraña responsabilidad de no
contagiarnos para no contagiar a nuestras familias, atendíamos a los donantes
de sangre con una sonrisa. Las
colas interminables de donantes cada día no dejaba de sorprendernos. Muchos
tuvieron que esperar más de una hora para poder donar sangre y cuando subían al
autobús podías ver reflejado en su cara la solidaridad que vencía al miedo y
que inclinaba la balanza hacia la satisfacción de saber que con este pequeño
gran gesto efectivamente salvaba una vida.
El balance de este año nos ha
dejado una gran dosis de trabajo en equipo, compromiso, implicación,
responsabilidad, valentía y solidaridad de la que sentirnos tremendamente
orgullosos. Nos sabemos profesionales y nos damos a la sociedad como tal, llevando
el sello de Cruz Roja como marca inconfundible de calidad en todo lo que hacemos
y de no conformarnos con salir del paso, profundizando en cada detalle que nos permita mejorar para ofrecer el servicio que
la sociedad necesita.
Nos llevamos con nosotros las muestras de agradecimiento recibidas mientras trabajábamos, y los aplausos de las ocho de la noche que enviábamos a nuestros compañeros sanitarios que estaban en primera línea de batalla pero que también hacíamos nuestros cuando los donantes aplaudían y las fuerzas de seguridad del estado venían a rendirnos homenaje a pie del autobús. Emociones encontradas que nos han hecho mejores.
El año 2020 nos ha puesto a
prueba y hemos demostrado de manera incontestable de lo que entre todos somos
capaces, dando un ejemplo extraordinario de compromiso, solidaridad y profesionalidad.
Gracias a todos y todas las que lo habéis hecho posible.